Etiquetas

jueves, agosto 07, 2014

Fuego o Peste. Dos opciones.


C
uenta la leyenda que quien juega con fuego, al parecer al final, se quema. Pero también es cierto que prender una cerilla, por lo que cuentan, es un remedio muy eficaz contra el olor a caca.
Recuerdo aquel día que prendía una y otra vez los fósforos de una caja de esas de cocina, eran de madera y de muy mala calidad o bien estaban pasados, ninguno prendía a la primera. Para no dejar rastro de mi hazaña, yo metía los fallidos en la caja, mi estado de ánimo era cada vez mas ofuscado y nervioso, al ver que no se cumplía mi objetivo, el caso es que tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe, y cuando por fin conseguí prender uno, en acto involuntario lo introduje encendido en la caja de cartón llena, llevada por la sinergia o cinemática de mis movimientos repetitivos, produciendo una combustión casi espontánea en mis manos; la postura que tenia en ese momento*, tampoco me acompañó y el susto aun permanece en mi recuerdo. El olor se disipó, sin duda, pero pude constatar al mismo tiempo que efectivamente, quien juega con fuego, tiene todas las papeletas para quemarse.
Después de esta mala experiencia, me platee que en próxima ocasión, si se diera, tal vez sería más conveniente informar al salir, con esa frase tan difícil de decir, que consiste básicamente, en advertir al resto de personas que sean susceptibles de poder utilizar el retrete que acabamos de abandonar, diciendo : te aconsejo que no entres.
No se por qué nos empeñamos en no aceptar con naturalidad, la naturaleza; en mis años de experiencia, jamás he disfrutado oliendo una mierda y mucho menos ajena, pero ahí está el hecho de que a todos nos da un poco de vergüenza, cuando se trata de que otros, huelan la nuestra.


*tenía las bragas bajadas hasta los tobillos, intentaba por todos los medios no apoyar mis posaderas en el tabloncillo de aquel inodoro ajeno

martes, mayo 06, 2014

Triste anécdota de un malvado.


¡Me cago en todo lo que se menea!, gritó mientras los retortijones hacían de él su presa y sin poderlo remediar,  un torrente marrón procedente de su interior, cubrió todo lo que a su paso encontró, envolviendo el ambiente con un desagradable aroma.
Tuvo que prender fuego a la estancia con el fin de evitar su limpieza, el seguro no se hizo cargo y así fue como perdió todas sus pertenencias.



(Homenaje a D. Francisco de Quevedo y Villegas)

jueves, marzo 20, 2014

ALMANAQUE: CUNDO

ALMANAQUE: CUNDO: A Cundo el de Anastasia lo que más le molestaba era el paso del tiempo. De niño, cuando todos sus compañeros sentían vivamente el a...